Vida Taurina

Carmelo Pérez

Carmelo hermano de Silverio Pérez Llevado por el gusto taurino de su padre, Don Alberto Pérez con quién siendo muy niño asistía de tarde en tarde a la plaza de toros  el Toreo de La Condesa para ser testigo de las hazañas de toreros legendarios,  empieza a sentir el gusto y la afición por el toreo enfrentándose junto con un grupo de torerillos en el rastro de Tacubaya a donde llegaba para desembarcar los cientos de carneros que semanalmente transportaba para proveer los hornos de barbacoa,   negocio próspero de la familia Pérez Gutiérrez  toreando enormes cebús y  uno que otro torete. Armando decide convertirse en torero y  para no angustiar a su madre que se había quedado viuda decide cambiarse el nombre por “Carmelo” para iniciar su vida taurina. De esa manera y después de algunas experiencias logra ver reflejado su nombre en un cartel anunciando su presentación en el coso máximo de América el 5 de mayo de 1929. “Carmelo Pérez, Un Novillero que Asusta” se anunciaba en los carteles y efectivamente, Carmelo pisó terrenos nunca antes pisados. Decía Don Anibal de Iturbide, testigo presencial y aficionado. Antes, el torero ejecutaba un toreo de defensa. Carmelo invierte el concepto y, sin más trámite brinda su toreo de acometividad, yendo a la ofensiva, forzándole el viaje, mandándolo y echándolo hacia dentro , con lo cual disminuía peligrosamente su propio terreno.

Carmelo Pérez

Carmelo Pérez

 

Carmelo obtiene el reconocimiento de la afición y el 3 de noviembre de 1929 toma la alternativa de manos de Joaquín Rodríguez Cagancho, siendo testigo Heriberto García con toros de la vacada de Piedras Negras, asistiendo a esta corrida el entonces Presidente de la República Lic. Emilio Portes Gil.

 

Muchos fueron los éxitos en diversas plazas de la República Mexicana.

 

El 17 de noviembre de 1930, quinta corrida de la temporada, torea Carmelo Pérez alternando con al diestro Madrileño Antonio Márquez y el Orfebre Tapatío Pepe Ortiz. Con una imponente corrida de San Diego de los Padres. No se le dieron bien las cosas en su primer toro. Sale el último toro del festejo, el más pesado del encierro, era un toro retinto albaraco, meano, carifosco, hondo, muy bien armado y con cinco años, graneado muy fuerte. Carmelo en el tercio de los capotes trata de torearlo dándole un mantazo por abajo por el lado derecho, “Michín”  se revuelve violento en el preciso instante en que Carmelo se estira para pasárselo en uno de sus parones escalofriantes, pero el toro de le viene tan vencido, que lo encuentra en su viaje y lo empitona por los machos de la taleguilla. Se produce la cogida más espantosa y larga, más horrible y dramática, más emocionante y absurda que hemos visto y que se recuerda. No menos de un minuto estuvo Carmelo en los pitones de “Michin” que ya lo cogía por la espalda, se lo pasaba de un pitón a otro, lo volvía a coger por los riñones, lo pisoteaba y arrastraba teniéndolo enganchado y azotándolo como trágico pelele. <márquez colgado al rabo no lograba hacer que el toro soltara su presa y cien capotes no podían distraer a “Michin” que estaba asesinando al torero. Carmelo quedó en la arena hecho un guiñapo humano, chorreando sangre por varios sitios, medio desnudo.

 

Los que lo vieron contaban horrorizados que mientras conducían al herito echo pedazos, por el callejón, el toro lo fue siguiendo por fuera de las tablas, levantada la cabeza, como olfateando, como no queriendo dejar aquello que era suyo............. SILVERIO ESTABA EN LOS TENDIDOS Y VIVIÓ, EN TODA SU MAGNITUD LA TRAGEDIA DE SU HERMANO AMIGO.

 

 

cornada de Carmelo

Parte médico de la cornada de Carmelo

PARTE MÉDICO DE LA CORNADA DE CARMELO

 

a. Herida causada por cuerno de toro de 25 cms. De longitud en el tercio medio e inferior del muslo izquierdo.

b. Herida causada por cuerno de toro en el hemitorax derecho a la altura del noveno espacio intercostal.

c. Herida contusa  en la región axilar.

d. Herida contusa de  en la ceja izquierda.

e. Herida desgarradura de la porción izquierda del escroto central.

f. Varios varetazos.

 

 

CONVALECENCIA  Y MUERTE DE Carmelo

Escribió La Pachis en su libro Mi Silverio Pérez Faraón y Hombre”

 

CarmeloCarmelo, atendido por sus dos hermanos, Conchita con 18 años y Silverio de 14, conoció el sabor amargo del olvido: Carmelo fue pasando de actualidad. Era un muerto vivo y no volvieron a ocuparse más de él. Los fieles, los que sufrieron con él fueron pocos: Vicente García González, Fernando Fragua, Alberto de la Rosa, Fernando Silva y Luis Peláez.

 

Silverio alternaba el cuidado de Carmelo con la atención del negocio. Entre su hermana Conchita y él, trabajaban la barbacoa, sábados y domingos eran para esos chiquillos, días de intenso trabajo. El ejemplo de sus padres daba sus frutos. Todo el tiempo que duró la enfermedad de Carmelo, ellos solos cubrieron las necesidades y sostuvieron la casa, sin embargo no era suficiente para sufragar los costos del sanatorio y Carmelo se fue a su casa donde continuaría su tratamiento. El quería que le cerraran aquel boquete, pero los médicos sabían que no era posible. Significaría su muerte. Ya en casa le practicaron otra operación. Con que dolor recordaba Silverio las noches eternamente largas cuando él y Conchita solos, lo oían quejarse hora, tras hora. Los hermanos unieron sus esfuerzos para atenderlo. Lo cuidaron con infinita ternura hasta lograr su mejoría. Más que nunca Carmelo y Silverio se hicieron inseparables. No podía ser de otro modo ya que Silverio era el que tenía que hacerle sus curaciones. Un año después, en enero de 1931 Carmelo realiza en Guadalajara la faena más grande de su vida. Hecho pedazos, con el costado sumido por falta de siete costillos, tubo de canalización metido en el pulmón, tuvo el valor inmenso de volver a enfrentarse a un toro. Carmelo volvía por sus fueros.

 

Emprendió el viaje a España  a donde lo llevaba la ilusión de confirmar su alternativa. Meses después Silverio se enteraba por un periódico de la gravedad de su hermano. Al día siguiente recibían la fatal noticia. Carmelo había muerto, solo, sin dinero, lejos de los suyos, era al 31 de octubre de 1931. Gracias a la fam. Bienvenida que sufragaron los gastos, el cadáver pudo ser traído a México. El cadáver venía con el nombre de Carmelo y como él se llamaba Armando, Silverio tuvo que velarlo en las bodegas de Veracruz igualmente solo.   Cuando se efectuaba el sepelio en el panteón de Dolores llenos de lágrimas los ojos y con el corazón oprimido Silverio le dijo a Luis Peláez.

 

LUIS......., ¡YO QUIERO SER TORERO!