Vida Taurina

Historia Taurina

Silverio Pérez  faena de tanguito

 

Silverio quería triunfar, torear como nunca lo había hecho. Unicamente cumplió, y a pesar de no haber logrado un éxito rotundo, se sentía satisfecho de sí mismo, ya que dudaba si sería capaz de enfrentarse a un animal de grandes proporciones, y al comprobar su capacidad era un mérito más que suficiente para tranquilizar sus exigencias. Aunque todas sus ilusiones y buenos deseos se hundieron ante el peso enorme de alternar con la indiscutible figura de “Armillita”. Ese peso le habría de durar algún tiempo.

 

Tomó la alternativa en la Plaza de Toreo de Puebla el 6 de noviembre de 1938 de manos del Maestro Fermín Espinosa Armillita y donde alternaría con Paco Gorráez lidiando ganado de La Punta en la que no pudo obtener el triunfo anhelado. El toro se llamó “Estudiante”.

La confirmación de alternativa sería en la Plaza de Toros “El Toreo” de México el 11 de diciembre de 1938. Silverio tenía un gran entusiasmo de presentarse como Matador de Toros ante el público capitalino. Se preparo como nunca, con la firme intención de llegar en estado óptimo, tanto física como emocionalmente a tan importante compromiso. Pero en cuanto se vio en la puerta de cuadrillas junto a “Armillita” y Fermín Rivera, que actuaba como testigo, listos para iniciar el paseíllo, sintió nuevamente el peso, primero el de confirmar la alternativa y segundo el de alternar con dos figuras del toreo. El toro de confirmación se llamó “Vigía” de la vacada tlaxcalteca de La Laguna. Todos sus esfuerzos se vieron nulificados ante el complejo del que no lograba sacudirse, a pesar del ánimo que trataba de influirle “Armillita”.


Las cuatro corridas que Silverio tenía contratadas para esa temporada pasaron sin pena ni gloria. No fracasaba, pero tampoco triunfaba. Pasó gris y casi desapercibido el nombre de Silverio, era la temporada 1938-1939.


Vida taurina Silverio Pérez AlternativaEn mayo de 1940 Silverio por recomendación del Maestro Armillita se fue a Lisboa en donde a pesar de no ir contratado para ninguna corrida Fermín impuso a la empresa de toros el concurso de Silverio en la siguiente corrida y sabiendo que era solo esa la oportunidad que tendría de justificarse, tuvo suerte y logró acomodarse haciéndole al toro todo lo que mandaba su inspiración. Al público le había gustado desde los primeros lances, verónicas de ensueño y fue ovacionado largamente. Silverio triunfó y los críticos taurinos en sus crónicas del día siguiente hablaban de la increíble lentitud con que Silverio ejecutaba la verónica a la que llamaron “un minuto de silencio”.


La campaña en Portugal fue beneficiosa, toreó 20 corridas y logró acomodarse con el toro y sentirse seguro de su valer.


Tuvieron que regresar a México al estallar la 2ª guerra mundial.


En la temporada 1939-1940 durante el distanciamiento que hubo entre la empresa y algunos ganaderos se efectuaron pocas corridas sin embargo fue en dicha temporada relámpago, en la primera corrida que toreó Silverio el día 7 de abril de 1940 con toros de La Punta, alternando con Armillita mano a mano Silverio a su segundo toro llamado “Pizpireto” Silverio logró un triunfo impresionante. Son Verónicas, belmontinas, quite por chicuelinas, y con la muleta ejecuta la faena más templada y clásica que hasta esos momentos se había visto. Ayudados por alto, rematados majestuosamente con pases de pecho, derechazos, naturales, pases de la Firma. Después de una actuación tan destacada como la que había logrado Silverio al torear a Pizpireto, se imponía la repetición y así el siguiente domingo 14 de abril de 1940 a pesar de que en el tercer toro de la tarde que se llamó “Modelo”, toro poderoso y reservón al intentar quedarse quieto para torear por verónicas vino lo inevitable y el toro lo levantó dándole una maroma espantosa dejándolo noqueado. Sin embargo, cuando nadie esperaba que a semejante burel fuera posible sacarle ningún partido, Silverio empezó por largarle tres doblones que lo hicieron dueño y señor de la voluntad del toro y pudo torear y adornase siempre mandón y torero.
Esa temporada tan corta Silverio reafirmó su posición.


Fue en esa temporada, el 29 de diciembre de 1940 que Silverio vuelve a vivir la tragedia de ver morir desde los tendidos a un amigo, a un compañero en la plaza de toros cuando Alberto Balderas cae mortalmente herido por el toro Cobijero.”
Y así, como dice el “Bardo de la Taurina” , la historia se fue bordando .


Y llegó “Gitano” de  Rancho Seco y “Traguito” de Torrecillas, y Guitarrista de San Mateo lidiado en una soberbia tarde de un mano a mano con el “Ave de las Tempestades”, Lorenzo Garza.


Vendrían después “Cantinero” de San Mateo, “Zapotero” de Torrecillas, “Pescador” y “Mandarín” de Piedras Negras por recordar algunas de las inolvidables tardes de toros en la temporada 1941-1942.


El 22 de marzo de 1942 en un mano a mano con el “Ciclón” Carlos Arruza, Silverio, con un toro de La Laguna de nombre “Peluquero”  ejecuta otra de las faenas inolvidables a un burel que resultó uno de los más fieros a los que se habría enfrentado.


Y llegó el 31 de enero de 1943 corrida en la que Silverio Pérez esculpiera en oro puro la obra magna de la torería de allá y de acullá vuelve a escribir el Bardo de la Taurina al toro “Tanguito” de Pastejé, ganadería  que esa tarde haría su presentación. Vale la pena mencionar que 50 años después, el 31 de enero de 1993, en la plaza de toros México se le rinde un homenaje a Silverio como recuerdo de esa faena inolvidable….., hasta la fecha.
El 14 de febrero de 1943 frente a Lorenzo Garza, Silverio le cuajara al toro “Caraba” de La Punta otra de sus faenas inolvidables.  Seguiría “Cocotero” de Torrecillas y “Cirilo” de Matancillas faena que Silverio consideraba como su mejor faena.


Dice Heriberto Murrieta en la Revista Silverio de Clio “en esos primeros días de 1944, ocurriría con Silverio uno de esos fenómenos difíciles de entender en las extrañas relaciones entre los ídolos y sus seguidores. Resulta que apenas tuvo dos malas tardes consecutivas, el mismo público que lo había entronizado como uno de sus grandes favoritos, ahora lo increpaba, acusándolo de miedoso. Una tarde, cuando el Compadre se debatía en un mar de dudas, un espectador le lanzó una naranja que se le estrelló en la cara. Silverio regresó a su casa llorando de amargura y desilusión.
Y de pronto se le apreció “Zapatero”
el 13 de febrero de 1944 que le infringiera una cornada que lo puso al borde de la muerte y que por largos y dolorosos  meses de convalecencia lo mantuvieron alejado de los toros. Presionado por sus descalabros anteriores, al intentar un cambio de mano por la espalda el toro se venció y le dio la cornada más grave de toda su vida.


Fue el 25 de febrero de 1945 después de una breve temporada por tierras suramericanas cuando Silverio muy desmejorado físicamente y alternando con enorme emoción con Antonio Bienvenida cuya familia había financiado el retorno del cadáver de su hermano Carmelo a México que realizó una faena extraordinaria al toro “Escultor” de Torrecillas y que le devolvió la seguridad y la confianza.


Silverio se va a España con la ilusión de confirmar su alternativa en la Monumental de Madrid y habiéndole ofrecido 50 corridas con los mejores carteles y las mejores ganaderías y como suele suceder, se encontró con algunas corridas que de ninguna manera correspondían con lo que se le había ofrecido. España estaba monopolizada por grandes toreros y apoderados poderosos que no dejaban pasar a nada ni a nadie. Silverio se comprometió firmando a torear la corrida de la Diputación de Madrid especificando muy claramente con que alternantes torearía y que toros se lidiarían, incluso se reseñaron y se puso una cláusula especificando muy claramente que cualquier modificación a ese contrato el no torearía esa corrida y como sucedió;  en Lisboa a donde había ido a torear una corrida, le informaron que la corrida de Madrid iba a salir parchada con cuatro toros lo que motivó el enojo y la decisión de ya no torear y regresar a México. En Portugal tuvo alguna lesión en los ojos y debido a un percance en la corrida que le “agravó” la situación, al regresar a Madrid consultó a un oculista  que le extendió un  certificado médico que justificó clínicamente su ausencia en la corrida.  Silverio se regresó a México.


De éste hecho nació la historia de los “dos toros” muy comentada siempre por el mismo.

 

Escribe Heriberto Murrieta en la Revista Silverio de Clío

La llegada de Manolete

Después de su brillante debut en la temporada 1945-1946 de El Toreo, Silverio se vio anunciado en el cartel de la esperadísima presentación del cordobés Manuel Rodríguez Manolete, gigante del toreo, quien venía precedido de una fama extraordinaria. La tercia era completada por Eduardo Solórzano para despachar un encierro de Torrecillas. Días antes de la corrida, la gente durmió en la calle a la espera de que se abrieran las taquillas para acabar en pocas horas con todo el boletaje, Silverio sabía de la gran responsabilidad que implicaba enfrentarse al reconocido diestro español.


Durante toda la semana, agobiado por la fuerte presión, anduvo ensimismado y ajeno. Hizo testamento, se confesó y comulgó. El Presidente Manuel Ávila Camacho habló con él y puso en sus manos “el honor de todo el país”. Bajo un ambiente sensacional, el 9 de diciembre de 1945, el Compadre le confirmó la alternativa a Manolete, quien empezó prendiendo lumbre al cortar el rabo al toro “Gitano”, marcado con el número 3. Crecido, sin dejarse ganar la pelea, Silverio sacó la casta y respondió con una gran faena al toro “Cantaclaro, del que obtuvo las orejas y el rabo también otorgándole la más prolongada ovación que jamás se hubiera escuchado en El Toreo.


Se dice que Manolete, el torero siempre tan seguro de sí mismo, se notaba desconcertado pues jamás imaginó la dimensión de que era capaz de alcanzar Silverio. Por algo le diría a su paisano el “Chimo”. “Ahora sé porque Silverio no ha toreado conmigo en España”, cosas del apoderado José Flores Cámara.


Esa tarde, Silverio y Manolete terminaron en la enfermería.
En muchas ocasiones volvieron a alternar y se volvieron amigos entrañables. Las empresas se disputaban la aparición de sus ídolos pero fue en Irapuato  el 12 de enero de 1946 en la Plaza Revolución alternando con Gitanillo de Triana y Jesús Guerra lidiando una corrida de La Punta que Silverio  después de que Manolete, hubiera cortado orejas y rabo al toro que le correspondía,  que recibió a “Rebocero” despatarrado, veroniqueando hacia las afueras, haciendo un quite por gaoneras rematadas con alegres fregolinas que resultaron extraordinarias, con la muleta Silverio realizó la que tal vez sería la mejor faena que había logrado y el juez le otorgó las orejas, el rabo y la pata.


Murrieta escribe:

Durante la campaña siguiente 1946-1947 Silverio demostraba agotamiento, como que se estaba terminando su ilusión por vestir el terno de luces. Todavía cortó el primer rabo en la historia de la plaza México al toro “Barba Azul” de Torrecilla pero después de una corrida desafortunada, sin previo aviso Silverio decide retirarse de los ruedos.


Silverio se rapó puso sus ojos en la granja. No fueron muy exitosos los negocios en ese momento porque la temible fiebre aftosa  hizo su aparición y tuvo que sacrificar todos sus animales lo que representó una gran pérdida de dinero, máxime que también había invertido dinero en el negocio de la venta de chivos el cual resultó un fraude ya que el “socio” valiéndose de triquiñuelas le comió el mandado quedándose con todo. La lealtad y honradez de Silverio son a toda prueba y prefirió retirarse. El dinero que había invertido quedaron de pagárselo en poco tiempo. Nunca lo volvió a ver.
Tal vez eso lo decidió para aceptar un contrato en la Habana por dos corridas y así el 30 de agosto de 1947 abordaron el avión que los trasladaría a la Habana. Al llegar al aeropuerto, a las 6 de la mañana recibió Silverio la dolorosa noticia, “Manolete” había muerto. Silverio una vez más, veía caer para siempre a un buen amigo.


Silverio  convencido por Tono Algara de que tomara parte activa en la temporada de reapertura de la plaza de toros El Toreo que había sido trasladada a Cuatro Caminos volvió a torear. No fue brillante la reaparición ya que en toda la temporada no logró acomodarse con un toro. La temporada subsecuente 1948-1949 fue igual de incolora. Cortar una o dos orejas en toda la temporada no representa éxito alguno.
La vida le tenía reservada el más doloroso de los golpes. La inconmensurable pena de perder un hijo, José Antonio, en forma tan intempestiva y tan cruel que hizo más doloroso su duelo.


Sin embargo el 27 de agosto 3 días después del sepelio de su adorado hijo Silverio toreo en Saltillo, él sabía que el mejor medio de vencer al dolor, era precisamente tratar de no pensar en el. Esta experiencia la había adquirido a través de numerosos duelos.


Su mala racha lo siguió hasta Venezuela en donde al dar un muletazo, un toro despuntado se estrelló en su muslo infiriéndole una dolorosa cornada. Fue un choque seco y precisamente por carecer de punta, el pitón le causó más destrozos. Silverio creyó que llegaba su última hora porque por carecer la plaza de toros de enfermería, hubo que trasladarlo a Maracaibo, ahí  los médicos carecían de experiencia al no haber tratado nunca una cornada con esas características y en lugar de desbridar, desinfectar y dejar tubos de canalización, procedieron a operar dejando totalmente cerrada la herida lo que casi le causa una infección irremediable. Con muy buen tino, Silverio fue trasladado a Caracas en donde fue muy bien atendido por el Dr. Natera, la mejoría no se hizo esperar y cinco días después tomaba el avión para regresar a México en donde terminó la atención y la recuperación.
Silverio volvió a torear  con mucho éxito sin embargo, la mala sombra lo perseguía y volvió a sufrir otro percance en Guadalajara solo que ahí fue operado por el eminente médico Doctor Mota Velasco. Silverio decía que de todas las cornadas sufridas esta había sido la que menos dolor físico le causó.


Para colmo de su mala suerte se clavó accidentalmente una espada en una pierna en la plaza de Huamantla.


En Silverio empezó a germinar la idea de retirarse de los toros de manera irrevocable.


Para la temporada 1950-1951 y a pesar de que la empresa no le ofreció el dinero justo, digno de una figura como lo era él, Silverio aceptó la oferta para alternar con los españoles Miguel Báez Litri quien llegó también de una fantástica propaganda. Los efectos de la propaganda se reflejaron en la taquilla agotándose en su totalidad el boletaje tanto que al mismo Silverio no se le vendieron los boletos que requería para obsequiarlos como era su costumbre por lo mismo, no le alcanzaban para darle su boleto a Sarita, la novia de su  hermano Carmelo que vivía en su casa y quien nunca había dejado de ir a la plaza cuando toreaba Silverio. Trató de convencerla sin conseguirlo y finalmente le dio el dinero necesario para que se fuera a la plaza de toros temprano a conseguir un boleto.  Quién podía imaginarse que era la última vez que la vería porque esa tarde, cuando Silverio abría el cajón de las esencias  finas estrujando a la multitud con unas chicuelinas con sello Silverista, Sarita moría en el tendido ahí, bajo la luz del sol, rodeada por miles de gentes dulcemente dejó de existir.


A Silverio le avisaron después de matar a su primer enemigo de la gravedad de un familiar que estaba siendo atendido en la enfermería de la plaza. Sin imaginar de quién se trataba corrió a la enfermería. Ahí estaba Sarita, había muerto. Tristemente regresó Silverio a ocupar su lugar en el burladero de matadores sin poder borrar de su mente la imagen de la que debía haber sido su hermana, muerta.
Intentó nuevamente, con ayuda de  Andrés Gago apoderado del Ciclón Carlos Arruza torear en España pero días antes del festejo en la Monumental de Barcelona Silverio resbaló en la regadera y sufrió profundas heridas. Unido esto a otros incidentes inesperados decidió regresar a México y ahí quedó para siempre la posibilidad de confirmar la alternativa en Madrid.
Dice Heriberto  Murrieta

 

Todo eso sirvió para ya no darle más vueltas al asunto y retirarse, ahora si en definitiva con sólo quince años de alternativa y 36 años de edad. Su campaña de despedida fue corta. Comenzó en San Luis Potosí el 1º. De enero de 1953 y concluye en la plaza México, llena a reventar el 1º. De marzo de 1953.