La Pachis: Hijos

Especial José Antonio

muerte de José AntonioAsí recordaba Pachis el día de la muerte de José Antonio:

 

Era el mes de agosto, el día 23 del año de 1949. Tempranito me levanté dispuesta para hacer “limpieza general de la casa”. Mis hijos mayores se habían ido a la escuela y quedaron en casa Marcelo, con cuatro años, mi Josefito de 2 años 8 meses y la con, de 8 meses de edad.

 

Como todos los niños Marcelo y Josefito estaban dando mucha guerra, entró Doña Trina, mi cocinera y me sugirió: Señora, <¿porque no manda a los niños a Texcoco con el gordo Canales y así la dejan terminar?. La idea me pareció muy buena, yo tenía que enviar el coche a la granja con el chofer para que llevara el sueldo de los trabajadores. Salimos doña Trina y yo para subirlos al automóvil que ya estaba afuera de la casa. Todavía vi sus caritas por el cristal de la parte posterior despidiéndose de mi, agitando sus manitas; de pronto doña Trina dijo: Hasta no verte nunca, ni lo quisiera San Ojalá. Sentí muy feo, ¿premonición?, solo Dios puede saberlo, a punto estuve de detenerlo pero los dejé ir.

 

Como a la 1:00 P.M. sonó el teléfono: El señor Silverio? Dijo una voz..., no está contesté, ¿quién habla?. –La Sra...., señora, nos apena avisarle que sus hijos han sufrido un accidente.

Acompañado de su suegro, de su cuñado y de
algunos amigos Silverio con evidentes muestras
de dolor,  carga el cuerpo de José Antonio para ir
a depositar sus restos en el cementerio.

 

La sangre se vuelve hielo, el corazón como que se paraliza. ¿qué pasó? –Tienen que venir- y colgó. Dios mío, que hago? Corrí a la casa del Dr. Hoyo Monte –éramos vecinos- para pedirle su ayuda y que me llevase a Texcoco ya que no disponía de coche. Nos fuimos a Texcoco que en aquel entonces era un pueblo pequeño –1949-, nos dirigimos al hospital civil pensando que ahí tendrían alguna información. Nada, no sabían nada ¿Y ahora Pachis? Me dijo el doctor. Vamos a la comandancia de la policía, ahí tienen que tener información y así fue. La terrible noticia: Señora, a sus hijos los arrastró la corriente de un río y a uno se lo llevó. Caí de rodillas y la pregunta se negaba a salir de mis labios. ¿cuál fue?, cualquiera de los dos hubiera sido igual.  Negus (Silverio), ya había llegado y se había ido siguiendo el río buscando el cuerpecito de nuestro hijo. A mi me llevaron a la casa donde estaba Marcelo, Conchita, la señora, ya lo había bañado y lo había vestido puesto que la corriente los dejó desnudos. Momentos después, ¿minutos, horas? El Dr. Hoyo Monte me abrazó diciéndome. Vámonos Pachis, Silverio ya va rumbo a tu casa, e iniciamos el retorno con solo uno, el otro, yerto, venía en los brazos de su padre.

 

 

Una y otra vez, la muerte se hacía presente en la vida de Silverio y el fallecimiento de José Antonio, el cuarto de sus hijos quien muriera trágicamente, causó en el matrimonio Pérez un indescriptible dolor.